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Pasión gallística
El gallo como la guitarra y el caballo, aparecieron en América con el español de la conquista.
En 1817, el viajero inglés, SamuelHaight "Bosquejos de Buenos Aires", observo que junto a la puerta de las casas de la gente pobre, hay siempre un gallo atado de la pata, debe suponerse dado el interés.
El criollo y particularmente el porteño no sintió atracción por el otro espectáculo que dominaba a los hispanos, las corridas de toros.
Encaminaban sus pasos por el galope de los caballos o hacia las gradas de la gallera, edificadas en calles céntricas o los reñideros no autorizados a la orilla de la ciudad.
La riña de gallos alcanzo a constituir un medio de vida para numerosas gentes de la población.
Se criaban soberbios gallináceos y personajes políticos, de sociedad participaban de estas contiendas.
La ciencia Gallologa
No es exagerada la afirmación de que hubo una época en que Bs As contaba con un buen número de personas dedicadas al culto de la gallologia.
La cría y preparación de gallos de pelea provoca en los pobladores del suburbio cierta respetuosa admiración por quienes resultaban expectables en el sentido popular.
Aquello suponía idoneidad y esta facultaba para gustos y color del pico, ni bien se armaba una discusión o se requería informes sobre tal materia.
El conocimiento de las distintas razas con un catálogo de clases y condiciones, importaban por cierto el dominio de una bien ilustrada
Variedades ovejeros negros, calcultas negras, naranjos zarbudos, colorados, patiblancas, bataraces, giros reales, malayos, cochinchino, bayo inglés, etc.
A gallero se llegaba después de tiempo y debía conocer el libro del médico y antropólogo italiano Pablo Mantegazza 1831-1910 "Río de la Plata a Tenerife, en un capitulo trata "Combattimento de Galli", en donde se ocupa del alimento del gallo de riña.
El cuidado de los gallos absorbía gran parte del tiempo, de limpieza, y manutención, el entrenamiento para la pelea, todo debía hacerlo el cuidador. Nicandro Leguizamón.